Honremos a nuestras raíces. Respetar a los perros es respetar nuestra historia.
En la cultura maya, los perros eran seres multifacéticos: guías espirituales, compañeros prácticos y ofrendas sagradas. Su sacrificio no era un acto de desprecio, sino una muestra de su alto valor, ya que se creía que su espíritu seguía sirviendo en el mas allá. Cuando no se les sacrificaba, vivían como aliados respetados. La percepción moderna de que los sacrificios implican crueldad distorsiona esta realidad, ignorando el contexto de reverencia. Los perros mayas no eran maltratados ni desechables; eran esenciales para la vida y la muerte, un contraste con el abandono que sufren algunos hoy. Su legado merece ser entendido como un ejemplo de conexión profunda entre humanos y animales, no como una excusa para justificar el maltrato actual.
“El uso de los perros como armas por parte de los europeos más la insistencia cristiana de que los perros eran criaturas sin alma, propició la pérdida del sitio rango especial que los perros ocupaban en las sociedades mesoamericanas durante y después de la conquista. En los últimos cien años, muchas de las creencias mesoamericanas se están revalorando y reviviendo. Paulatinamente, el perro está recibiendo el aprecio y consideración que tuvo antes de la conquista. El llamado renacimiento maya de los años 1920 y 1930 aunado al apoyo de individuos progresistas de nacionalidades norteamericanos y otros paises ha sido factor importante para distanciarse de las actitudes tradicionales europeas. Después de 400 años se empieza apreciar el rango e importancia del perro junto a otros valores culturales de los pueblos mesoamericanos” (extracto de Los perros y sus collares en la antigua Mesoamérica).
